El gallo y la gallina han tenido a lo largo de la historia, una cierta consideración y estima, ya sea por sus huevos, carne, gallos de pelea o incluso de adorno como la Yakohama de larguísima y bella cola.
Encontramos referencias de estas aves de corral en la copilación de leyes de la India, el Manava Dharma Castra de unos 3.200 años de antigüedad y más posteriormente el Zendasvesta qe habla del pueblo persa y de su habilidad demesticando gallinas, hace nada menos que 2.500 años.
En menos que canta un gallo tenemos que decir que lo mejor es poner a empollar los huevos en Luna Nueva y a ser posible en el primer creciente, así los polluelos que nazcan serán mucho mejores y habrá más porcentaje de retoños.
Otra creencia extendida referente a la incubación nos dice que la madre gallina debe empollar siempre huevos en cantidad impar y jamás en números pares.
El estiércol de gallina aplicado en la calvicie tiene fama de regenerar el pelo. Lógicamente se recomienda seguir el tratamiento con un máximo de discreción.
En el corral campestre y en la granja moderna hay gallinas con la desconsiderada costumbre de romper con el pico los huevos que ponen. Ante esto, hay dos soluciones con bastantes años de solera: la más fulminante y segura es que la gallina pase a formar parte del caldo y la segunda consiste en hacer un huevo con yeso. Evitaremos que haya otros huevos en su ponedera, dejando el falso. Si lo pica enmendará para el resto de sus días.
Por último un consejo de belleza: para limpiar la cara de manchas que afean a ciertas personas del sexo supuestamente débil, se recomienda aplicar a modo de pasta, la yema de huevos puestos en Luna Llena. Vale una yema por tratamiento, que se repetirá los días necesarios hasta su total desaparición.
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